jueves, 16 de diciembre de 2010

Este verano...

Un aplauso por el tejido adiposo de reserva que es imposible de quitar. Por el bronceado perfecto que nunca se alcanza si no es artificial, por ese ojo clínico que tenemos sobre nuestros defectos al vernos en traje de baño. Un aplauso por el momento que decidimos empezar una dieta y por el alfajor que nos impidió terminarla.
Por las toneladas de cremas –producto de una liquidación- con finalidad de mejor la estética que todavía ni las tocamos.
Un aplauso por la expresión característica en los rostros de las mujeres durante una depilación. Por la bici estática que compramos y nunca la vamos a ocupar, por los días de lluvia que nos arruinan las tardes de sol y nuevamente no alcanzamos ningún tipo de bronceado.
Por la belleza de manos y pies que nadie presta atención, los cortes de moda que nunca nos quedan bien y la ropa con escasees de tela que nunca nos pondremos. Un aplauso por la absurda idea de hacer ejercicio a la noche y que el cansancio sea nuestra mejor excusa. Por las fotos en las que disimulamos lo que está de más, las juntadas de amigos que terminan siendo el escape perfecto de nuestras infinitas dietas.
Por nuestros días bipolares sin razón aparente, porque nunca vamos a entender que no existe bikini alguna que nos levante el busto, nos reduzca la cintura, nos estilice las piernas y nos guste su color. Por la angustia de decir “me estoy cuidando” frente a ese helado y por el placer de comerlo luego.
Este verano no hay cuerpos perfectos, no hay dietas milagrosas, ni bikinis que no nos delaten. No hay bronceados naturales parejos, ni cuerpo que soporte estar maravilloso todo el tiempo. Y si los hay, pues ¡un aplauso por ellos!
El verano es disfrutar el sol, el agua, el calor, el aire y hay que aprovecharlo con toda intensidad.
Este verano un aplauso para todos los que son felices como son, sin complicarse la vida que es demasiado corta como para sentarse a preocuparse.
Yoha.

sábado, 30 de octubre de 2010

El precio de tus confesiones.


Aunque no me corresponda ese lugar, me persiguen pensamientos clandestinos sin futuro.
Sin ganadores ni perdedores, hasta que duren los besos ajenos, las caricias prestadas y el cariño dividido.
Y vos, con ese frustrado deseo de no enamorarte estas abriendo todas las puertas para precisamente hacer lo contrario. Para qué maquillar la realidad? para qué malgastar besos en otros?
Siempre soy la que pisa el freno al borde de tu abismo para que aprendas a diferenciar ese paso entre locura y realidad.
Cuando no tengas el calor de tus otras polleras y todavía te quede una cuota de amor me vas a entender.
Todos nuestros secretos guardados bajo llave, lo que le pintamos al mundo pero sabemos que no es así.
Enredados en este delirio ilegal; lo sabes… no hay arma mas seductora, que contestar siempre la verdad.
Yoha.

domingo, 24 de octubre de 2010

El último día de mi vida.

Si tuviera la libertad de hacer lo que quiera el último día de mi vida, transformaría esos infiernos en largas caminatas de verano a orillas del mar.
Y escucharía a todos llorar un rato mas mientras recorro esos pasajes donde existieron desamores, decepciones, alegrías, éxitos y dolores. Triste supongo, me sentaría a esperar con un daiquiri en mano, a alguna persona que quiera estar conmigo en ese momento. Y en la espera miraría a la distancia para pensar en mi vida a contramano, difícil pero determinada, que me llenó de esperanzas para volver a intentar. Comienzan a irse 15 minutos de mi vida mirando la lejanía del mar y el reflejo del sol de media tarde sobre el mismo. Esto que parece no terminar, es increíblemente perturbador por saber que no es así, que es la última vez que vuelven preguntas existenciales sin respuestas a mi cabeza. Estoy acá en el ultimo día de mi vida y nunca supe si vale la pena morir por intentarlo, nunca entendí el porque de un abandono, o porque preocuparse por problemas sin solución, como se perdona sin olvidar, si el amor es verdaderamente ciego, si las personas pueden cambiar, si lo que es tuyo vuelve o si confiar en las segundas oportunidades. Y así mi cabeza sumergida en un sinfín de dudas, producto de largas noches de insomnio. Voy a mirar para atrás, tratando de encontrar a quien vino a filosofar conmigo y me voy a quedar ahí hasta que se caiga el sol. Ese seria mi último día si lo pudiera elegir, pero se que la vida cambia, se supera, se acostumbra. Por el contrario, el amor que es como una canción, no se puede olvidar.

Yoha.