miércoles, 8 de agosto de 2012

Sin argumentos.

En el opaco día que mira de costado, sonriente como normalizado, aparecen las peleas con la razón.
Preguntándonos sobre la nada, los abismos de la duda se asomaban; si sabemos quiénes somos o cual es nuestro objetivo, si hay algún plan de vida, si existe o no el destino. Si en el fondo esto es lo que queremos y porque hacemos también cosas que no nos gustan, si nos conocemos realmente o somos una apariencia de nosotros mismos. Si las cosas se pagan en la tierra o hay otros caminos, entre muchas otras cosas que se sienten como desafíos.
Sin querer hizo ruido ese silencio, esa pausa para replicar, la clase había quedado fría como esperando a contestar.
El no habérnoslo planteado nunca también hablaría de nosotros. Con miedo a responder todos se miraban, encontrando en ojos ajenos el paradigma de cada uno. El rumbo de la cátedra se había coloreado, ahora tenía un tinte filosófico que no se encuentra en todos lados, digno de nuestra carrera –siempre dejándonos disconformes con el pensamiento lineal-  Y aunque no se trate solo de esto, hay detalles para pensar, como buen estudiante de psicología vamos buscando respuestas por donde nos las hay.