domingo, 24 de julio de 2011

La soledad de los domingos.

Ojalá te pudiera ver pronto para que la agonía de extrañarte se armonice con la idea de abrazarte y me arranque esta angustia del pecho. En el caso de que no pudiera arrancármela, por lo menos disminuya y se disuelva entre el calor del reencuentro de tus besos.
La soledad de los domingos siempre me produce esta tortura, se me escapa de las manos, se me desliza por el cuerpo, se suicida en mis ojos y apaga la luz para apagar los sentimientos.
Cuando la tarde moría, me quedé toda la noche en el sofá, escuchando como me latía el corazón y esas canciones que nos gustan a los dos. Una botella de agua para calmar la sed del alma. Le doy la mano a mis silencios que me muestran todas las cosas que no quiero ver, de eso se encarga el silencio.
Le explico a mi vida porque no estás acá y otra vez la ausencia de tu voz se presenta como oxigeno, fuente vital de mi alegría. Te espero, te sueño. TE AMO

miércoles, 13 de julio de 2011

Para ustedes mujeres.

Que las penas se vayan en esa copa de vino mientras el humo las sofoca, que se muera la angustia en ese vestido que no nos quedó nada bien, que se aleje la tristeza guardada en los domingos y el llanto de soledad en la cocina. Que se incendie el ropero de la inseguridad. Que se marche el dolor de cabeza que nos produce el corazón, que sentir no sea tan duro. Que se aparte el desconsuelo de esa dieta clausurada y la mentira diaria de que la vamos a empezar. Que nos vuelva el dinero invertido en estética, a modo de consuelo. Que pensar para dos nos sea tan difícil. Que no lloremos si no es por un buen motivo, es decir, que no lloremos por un hombre. Que las penas se vayan en esta copa de vino, ahora derramada en la alfombra, que no nos preocupe el desamparo, ni las zorras que habitan entre nosotros, que no vivamos si no es intensamente y que sigamos soñando por los siglos de los siglos. Amén.


Que no vivamos si no es intensamente.